Sí, sé que ha pasado un montón de tiempo desde el último
artículo, y que éste habría sido más apropiado para la semana de Halloween,
pero… ¡es lo que hay! Hoy vengo cargada con dos recetas dulces y típicas de la
estación de Otoño a la que aún le queda vida aunque los de Mercadona intenten
vendernos ya los turrones. ¡Vamos a ello!
Para los bizcochitos necesitaremos: media calabaza (sirven
las calabazas violín), 200 gramos de azúcar moreno (o más según gustos), 300
gramos de harina, 3 huevos y 100 gramos de mantequilla.
Primero que nada, hay que asar la calabaza. Sencillo,
calabaza, horno a 180º y más o menos durante una hora. Mientras esté caliente
será más fácil de machacar, así que recién sacada del horno (¡Cuidado que
quema!), la vaciamos y colocamos la pulpa asada en un bol; con un tenedor la
chafamos bien hasta conseguir un puré lo más suave posible.
Mientras dejamos que el puré de calabaza asada se enfríe,
derretimos la mantequilla en el microondas (no del todo), y en un bol mezclamos
la mantequilla con el azúcar con una batidora manual o eléctrica hasta que
quede una mezcla marrón y homogénea.
Después añadimos los huevos; lo haremos de uno en uno, es
decir, añadimos uno y batimos, añadimos otro y batimos… Batimos un poco más
hasta conseguir que la mezcla sea pastosa y esté bien homogénea y ahora es hora
de empezar a añadir el puré de calaaza (que esté bien frío ya). Lo mejor es
irlo añadiendo cucharada a cucharada, para podernos asegurar de que la mezcla
va quedando bien integrada, sin grumos de calabaza por ahí. Así que igual que
con los huevos: cucharada, batimos, cucharada, batimos… Cuando todo el puré
esté añadido a la mezcla añadiremos la harina, tamizada previamente, poco a
poco y sin dejar de mezclar. Si veis que la mezcla os queda poco consistente
podéis aumentar la harina hasta 350 gramos, pero no más u os quedará harinoso.
Con el azúcar igual, una vez añadida la harina podéis probar la mezcla y si os
parece que queda poco dulce podéis añadir más.
Calentamos el horno a 200º y mientras tanto en una bandeja
vamos colocando círculos de la masa, más o menos 2 cucharadas por cada uno,
asegurándonos de que queden gordos. (¡Consejo! Si ponéis papel de horno sobre
la bandeja serán más fáciles de despegar. Otra opción es poner obleas, que son
comestibles, y que además de impedir que se peguen a la bandeja, si se quedan
adheridas a los bizcochitos no tendréis que quitarlas y son deliciosas).
Horneamos durante más o menos 20 minutos dependiendo del horno
¡y listo! Podéis añadirles decoración con lápices de glaseado, chocolate derretido, nueces... ¡Deliciosas!
¡Vamos ahora con las manzanas! Necesitaremos 4 manzanas
medianas, 300 gramos de azúcar, colorante alimentario (¿Rojo? ¿Por qué? ¡Usad
el color que os venga en gana! Yo he usado azul) líquido, medio limón, 100
gramos de mantequilla y palitos de brocheta.
Lavamos las manzanas y les quitamos en caso de que lo
tengan, el rabo, pinchándolas en el palo de la brocheta (recordad que debe
atravesar lo más posible la manzana para que aguante bien su peso).
En una cacerola ponemos el azúcar, con dos cucharadas de
agua (¡NI UNA MÁS! Si no quedará demasiado líquido), y zumo de limón y lo
ponemos a calentar a fuego suave. Dejamos que se derrita el azúcar removiendo
con una cuchara de madera y luego añadimos la mantequilla. Cuando empiece a
volverse de un color ocre en los bordes lo sacamos del fuego y añadimos el
colorante, mezclando rápido. De una en una, vamos metiendo las manzanas y les
damos la vuelta para que queden totalmente cubiertas de caramelo.
Antes de hacer esto, es bueno que tengáis al lado un bol con
agua muy fría. Cuando saquéis las manzanas del caramelo caliente, las sumergís
rápido en el agua fría dándoles vueltas, y el caramelo se solidificará muy
rápido y quedará brillante.
¡Y ya están listas! Dejadlas enfriar antes de coméroslas.
Espero que estas recetas hagan las delicias de los más
golosos. ¡Que aproveche!
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